Eres tan lejana, tan distinta, que pudiera pensar que eres el cosmos o un planeta o la muerte o un suspiro. Sé que no puedo poseer tus manos, eres tan lejana, eres como lo redondo. No… eres como tú sola.

Esta tarde, en silencio evoco la maravilla de tu sonrisa, esa manera de sentarte cruzada de brazos, casi siempre ausente. Te buscan mis manos, mi frente, mis años y mis cicatrices. Mis ojos se encienden cuando el delirio me hace recurrir a los tuyos. Mis oídos se estremecen cuando las paredes recuerdan el eco de tu voz olvidada. El Sol recorre las cortinas y se introduce a través de las ventanas, vuelve la luz a mi casa, pero mis pensamientos siguen en penumbra, no puedo evitarlo. Los cristales se asoman a la calle llorando todo el día, la mañana se haya completamente impregnada de tu olor. Eres todas las selvas, todas las avenidas, todos los ojos y los colores, como los pasos, como los hospitales. Eres como las sábanas. Pero no… eres como tú sola.