Reanudo las noches de evidente existir, cuando de un cielo partido en mi vuelo regreso a las caricias que en tierra anhelantes esperan.

Permanezco gozoso, días, meses y años, mis mundos van comprendidos por varios, sensibles, innegables, necesarios mundos más.

Acompaño de la mano soluciones y sentencias. Respondo quedo, dando abrigo, cuidando. Le ruego a la tierra absuelva cuantos le han acariciado.

Desde sordos oídos, cual condenados murmullos, se elevan notablemente benditos. Intervalos que en lapsos tienen… vetado afligirse.

Con una altivez celestina, no hay vacilación que valga, se sabe, la risa fortalece las almas.

Se anima una búsqueda que inicia hacia dentro, ¡habrá quien dude! yo lo haría, si no estuviera con ella más cerca de caer.