Niega, diosa, cárcel nocturna, rechaza que vayas sin retorno, niégale, dale muerte a la duda, vida a la esperanza, la luz de tu regreso detiene cualquier lágrima. Vuelve quieto al corazón propio e incrédulo, acarícialo, rumoréale. Hazlo con un quedo un “aquí estoy”.
Tiembla al tiempo un afanoso corazón aferrado en detenerse, intenta, quiere en letras verle, abrazarle no soltarle. No hay descanso comprensible, no hay separación, no existe, el amor no se niega, aún a la distancia.
Su rostro, compañero centenario, diamante que incendia, escolta y conciencia, destella hondo, grabado en las  mismas soledades. Corazón trémulo, arrebatado, romántico necesitado, la luz, sus besos; su nombre, refulge querido, respira con tus latidos, contigo vive, es el llamado destino.
Dolor de cada despedida, labios tristes, fugitivos, sueño inmóvil, pasivo, necesitado, abandonado a las horas. Sol que llega y revive el alma, sin frontera que resista, mágica envoltura de discreta forma, con manos tibias, de suave perfume que otorgan calma.
Niega que no regreses… negar lo negado me acerca hoy a ti.