Del alma, obstinación
Del lago donde almacené por años recuerdos ignotos, solo restan dos bebederos de antecedentes neumáticos y doscientos gramos de un viejo frijol que no podrá ya florecer. En ese estanque hubo una pendiente muy marcada, con no más de once lunas emergentes, tres de ellas entre brumas.
He intentado ser un consistente obstinado, como aquellos que a la menor provocación aluden ensoñaciones exiguas que emprender y postergan todo. Soy, sin duda, un obnubilado olvidadizo inherente, omitir por completo las ocupaciones suele ser tarea acérrima, y puedo ser ufano al tener suerte en ello.
Gravité en una filosofía idealista, solo un poco de tiempo, para después darle paso a mi irrefrenable afán de exaltar la noche con cantos y poesías que alcanzarán también la mañana, intentando conjuntarlas de la única manera posible: un porfiado universo propio.
Pretendo asirme a él en todo momento, es mi unidad esencial que se me manifiesta en nombre de vida, con la misión suicida de hacer visible todo tipo de expresión que se oculte en mí. Que pobre soy, lo sé. Mas solo así consigo una reconciliación entre el consistente cielo y esta… mi obstinada alma.