El adventista
Encontré quien dice saber e interpretar las tonalidades que a cada día adviene. Yo, por mi parte, no soy diestro coloreando las mañanas, mucho menos restándole contraste a los atardeceres, soy sincero. Transigí con él de cierta manera, no deseando convertirme por ello en una clase de adivino.
A la fecha, no le he vuelto a ver, creo que él tampoco lo ha hecho nunca...
La aureola del Ángel
Hoy afirmo, con absoluta certeza y seriedad.
"Hay almas que abarcan dos cuerpos".
Puede haber cuerpos que se fundan en una sola alma o cuerpos que abarcan dos fundas, eso está muy tratado y estudiado...
Hay otros que afirman que nadie, nadie escoña la fórmula explosiva que a cada cual acompaña su mente, que quien busca en el miedo respuesta, no entiende la causa que encubre el no ser causante.
Yo me limito...
...a mitad de la enigmática noche, mientras se acompaña de nada el olvido; un mandoble de químico origen, desata el ínfimo caos con cargas endebles de lúcido espasmo.
¡Di, ¿qué masa compone esos sueños?!
¡No calles!, no encubras el vago resuello de la calma que agita violenta sus manos.
Mi vida, comprende que tu aureola ha crecido un poco este día.
Como el que nada sabe
Solo había una forma de celebrarlo, muy al estilo de los clásicos fines de semana, volando las botas hasta el alféizar del vecino. Con tres jugadores, la mesa de billar era el recinto perfecto para iniciar un debate práctico: la inutilidad de la madera, alcohol y penas para concebir un juego asesino de tiempo. Papel en taco, acero en puntas, mantequilla en mangos; asir, golpear y balancear ha sido práctico solo cuando de juego no se trata.