Recuerdas y vives, el corazón no razona, son las imágenes de tristeza quienes te mantienen sonriendo. Es verdad y sabes, la gracia que ofreces se observa, respira, vuelve a ti después de sostenerse en el aire.

Mirada y sonrisas, ¿quién podría engañar? Todo aquel que vive con razón los conoce como hijos del alma.

Momentos y verdades, no hay quien los borre, las imágenes toman forma en el corazón que les evoca de nuevo.

Ya no somos una sola persona, el egoísmo huye, nos es dada la libertad... ¿Por qué agradecerle a quien vive, si nosotros también lo hacemos?

Hay que hacer saber que los amigos pertenecen a nosotros, así como nosotros les pertenecemos a ellos.... y jamás se encontrarán nuevamente solos.

En un comienzo vivió la elegía de la amistad, en las pasadas horas, cruzando el cielo por centenares, volando bajo y entre nubes, ha ido menguando. Cambiando sigue y se transforma lentamente para entonar la oda de la vida y felicidad...

Hay palabras bellas que no se han dicho, y voltean animadas de que se les descubra, es en sus vivos ojos donde se encuentra el mismo cielo, aquel que nunca ha existido porque jamás le has dado oportunidad de que se presente ante tus ensoñaciones.

¿Quien esta triste? En la sonrisa se esconde la vida que es sonora y colorida, ¡Recuerdo aquellos bellos atardeceres que envolvían con su calor estas gélidas almas! Los sonidos del viento se mezclaban con los sentimientos que deseaban escapar por las puntas de los dedos.

El alma crece sin medida, y llega el momento en que no cabe en tu pecho y te oprime, poco a poco; te sofoca, te extiendes, sales de ti y abrazas el mundo, sobrevuelas, y envuelves todo lo que hay a tu paso, todo toma tu forma y tu olor, apareces arriba, abajo… donde todos voltean y nadie observa.

Es suave el viento que golpea tus sentidos, he llevado al extremo la belleza del sentir ¡Bendice la tormenta que recuerda que existes! Mueve y goza de la fuerza que nos lleva de la mano a predicar ¡Gloria a ti olor de la lluvia! Vuelve a este tu hogar.

Como quisiera de nuevo acariciar el frio, con el pecho desnudo en las mañanas abiertas, evoco recordar las partes de mi que he olvidado, ¡No merezco brillar si no estoy completo! Vuelve a mi hermoso ardor que congela, quien te tiene por colega nunca olvida que eres tú quien elevo a Dios a aquel que llaman calor.

Despide, vuela y regresa a la calma que te espera, se mezcla en ti, vuélvete quieta paz, y regálate a todos, aunque creas que no se merezca como propio. Ser como la luz, el aire, el agua, la vida que no se niega a nadie. Por demasiado renuente que seas. ¿Cuánto polvo circula en el aire, quien asegura que un día de estos no nos volvamos a encontrar?

Buen viaje maestro Monsi.