Se aclara el ennegrecido devenir,
los eslabones se desatan entre ellos ayudándose.
El amor emerge (vuelve en probadas fuerzas),
un pecho maltrecho desborda almas y piedras ardiendo.
Mundos desnudos se abrazan inconformes y,
derraman milenios de ininterrumpidas lágrimas.

En el fondo hay un fuego,
con serafines de original estructura,
(primigenios, aquellos moldes usados),
olvidados, tímidos, ermitaños.
Mis brazos los llaman,
un sí, un no, vital decisión.

Se detienen a tiempo, recuerdan rendir pleitesía,
sus velocidades fulgurantes, (resoplos de débil sosiego)
invitan a bailar al atardecer de la vida.
Me sorprendo mirando sus eternos ojos,
vendedores de calma que nunca, jamás conocí.
Soy un vaso vacio, en búsqueda de contenido, que quizá…
… no pueda abarcar.