Hoy, enumera las nubes que pasan enredadas en esa tenue luna que eres. Conoce, la felicidad que nace al verte radiante. Llévame, como hasta ahora, con una mano encima del corazón, y aleja de mi ese tétrico sueño en donde mis labios tiemblan al no poder pronunciar tu nombre.

Quiero soñar también de día, con los ojos abiertos de vez en vez, cantando secretos que no me pertenecen, acariciando ruidos con un hermoso tono color silencio, ese que dice mil cosas con solo posarse enfrente.

Es mi turno de expirar el aire triste, resguardar los ojos tras fuentes de adoradas letras. De ser feliz, de convertirme en agua, de hacer del viento compañero y alma, retirarme a la compañía gloriosa, suspirar entre amigos hasta asir la aurora del nuevo amanecer.

Sé que veré mecer la brisa mágica de las sonrisas celestiales, ahora que vienes desde el divino origen.
Te espero, indudablemente lo haré.