Es el comienzo de la era de los sueños, no me considero protagonista, solo me adjudicaré el titulo de narrador; aparece ante mi vista como un aquelarre del siglo XVII, hay invariablemente tantas viejas y niños con deseos de muerte con intenciones de amarse, con deseos de envenenarse de placer, teniendo cada cual una bandera de verdad que levantan como propia, parece el advenimiento del más mortal de los cuatro jinetes que soñó San Juan. El aire se encrespa, remolinea y levanta todo lo que encuentra con él... carreras torpes, ideas inconclusas, preguntas incompletas, colapso atado de arena y amanecer, aves volando en direcciones contrarias... ¿y que lo provoca? Me empeño en darle dirección al dolor que desencadena, deseo encontrar el origen que lo hace vivir, la imagen provocadora que cuesta soñarle... ¿tiene nombre? Esto dejara de ser sueño y tendrá los tintes de una pesadilla.