La tormenta arrecia, el viento desequilibra los más sólidos espíritus que acompañan las almas del tercer circulo del infierno, los rezos dejan de ser armas en este lugar, he tratado de recordar alguno y cuando lo logro hacer, no pueden reproducirse en palabras, la boca se cierra y se niega a expulsarlos, parece que temen ser pronunciados y se ahogan entre sollozos lúgubres de melancolía e impotencia... ¡Salvación bendita! Vienes al lugar adecuado en el momento cuando más grises las nubes se han posado en el cielo que ha permanecido negro desde que llegué... Rafael se abre paso entre las tinieblas que ciegan la vista de este lugar, su azul espada brilla con la esperanza empuñándole y deseando ser requerida para asestar el mortal golpe... ¿qué es lo que esperas, por que bajas la vista? ¡Ángel bendecido por la justicia que acompaña tus actos, demuestra tu iracunda benevolencia con estos seres de marcada injusticia, hazles ver la razón como madre que defiende sus más queridos hijos al borde de un ineludible peligro! ¿Qué es lo que pasa? El miedo le embarga y le coloca una doble cinta de acero oxidado sobre los ojos, las manos carecen de fuerza para llevar a cabo la más justa de las acciones... que conlleva en dejar al cielo sin santos.