De la mano de una envolvente noche, entre ávidas sombras que ocultan al callejón de vacía presencia, llega despacio, con tenue calma, un distraído ángel que va buscando quien le aconseje cual alma y lado debe mostrar.

Preservado por potestades, un lugar alto, visible apenas, desprende haces de luz fulgurante, crepitar y chispas que vuelan directamente al infinito cielo buscando espacio de nueva estrella. Quien le conoce no vive en ella, su tersa imagen le corresponde, la voz y letras son su figura, hay flor y esencia, viva presencia que quien escribe ama su arte.

¿Quién es quien trae, quien es quien deja, dónde regala, que nos esconde?

Del mar desprende su eterno idioma, en olas frías de cruel silencio, hay un misterio que atroz embarga la viva gracia del corazón. Ya no adivino, hoy no me atrevo, todo lo dicho, en total manera, muy bien lo abarca la imagen de hoy.