Me he encontrado con aquella imagen que por estar ausente me mantenía incompleto, esa su ausencia, hacia que mis sonrisas se elevaran, y perdidas sin rumbo no encontraban el camino de regreso cuando les necesitaba. En las noches eternas sin saborear el descanso, extrañándole lloraba hasta el regreso incierto del resplandor que acaricia las sombras al amanecer.

La encontré en el lugar mas visitado, pisoteado y revuelto por la misma memoria. Ella me esperaba con tranquila serenidad y calma, y al tiempo que pose mi conciencia en ella, se levanto y con su incorpóreo brazo tomó mi hombro con gran familiaridad, me hablo de las anécdotas que no conocía y otras que ya no recordaba de mi infancia.

Caminando a mi lado atravesamos un oscuro espacio, ella me protegía y me invitaba a no temer ya que estaba para guiarme y hacerme de recuerdos. Repentinamente regrese al lugar donde la había encontrado, tan certera era su imagen e incuestionable el que no fuese sueño, que por su presencia desde entonces notoria, el rompecabezas ha estado tomando forma. El cuadro que representó y la confianza con que se manifiesta, entre los brillos y sombras que le componen, no dejaran que mengüe la intensidad con que amaneció.