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Pocas cosas tienen sentido, aun así, nos encontramos con algunas excepciones. Por eso al darle muerte a una pluma se abre un lánguido espacio que da oportunidad de persistir en manchar sin tinta algunas páginas más de un firmamento virtual.

¡Que el pórtico abierto no se destruya a causa del caudal que se avecina!


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Tu sentir es solemne y necesario, dale vida compartiendole. Siempre será bienvenido.

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Nos conocemos

En tus ojos me veo como soy, como siempre quise saber que era, como me permito querer ser. Temo lo necesario. A la presencia que me observa, (ó me lee en ciertos casos), a quien me conoce desde perspectiva novel o si lo hace desde hace años ya.

Me veo nítidamente. Hoy aquí, me reconozco de primera mano; no me soy extraño. Lo confieso, suelo ser un ente de comportamiento ajeno… y mientras tanto (también hoy aquí) vivo como forastero de ciudad, me desprendo de la piel que cobija mi sentir, huyo deliberadamente, solo para poder verme desde lejos, palparme, reconocerme propiamente. Ejercicio poco práctico, hoy en desuso.

Te pido a ti, presencia que me observa, (ó me lee en ciertos casos) (también hoy aquí) envuélveme con tu verdad amada, di cuanto me conoces, tú lo sabes. Eres en mi, complemento, razón, sentir. Soy lo que deje de ser por ti y en tu lugar. La parte que me correspondes, ese espacio donde terminas y se llena de aire, suspiros y nada. Desde la frontera con que cabalgo a tus horas, donde te espero y busco tu codiciada sombra, para acariciarla, sostenerle y cantarle una acogedora melodía. Tu presencia me invade desde mucho tiempo hace. Me conoces, admítelo, siempre susurras en mis sueños alguna alegría futura (o la felicidad de ambos). Desde entonces un eco que es testigo repite: “algún día veras mi ausencia lejana".
Me conoces, lo sé, estoy tan seguro de ello, lo afirmo sólidamente…
…porque yo te conozco.

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Tú, mi espejo

Somos rotundos címbalos con sabor a silencio y lenguaje que se angosta. Escombros cotidianos que tiemblan a la altura de un sentimiento exhausto. Nuestro aéreo lenguaje discurre con la ansiedad de una paloma cantora. Confundidos con el sol que quema, nos jactamos haciendo humo las otras brasas, los cantos modulados.
Un sacrificio discurre minuto a minuto cual pozo de gracia diminuta y regresa mudo, a encogerse en su primer origen lastimoso. Transitamos de sueño en sueño, a vigilia y fuerza destemplada. Acumulamos oraciones desnudas y batir de mariposas. Tú te tiendes heroica en fuerza y te sonrojas al perder una nube. De mi, loco efusivo, se retira la estatura y mi llanto sin fin me deja sin lagrimas para cambiarlas por ingenuos diamantes. Soy ciego (me han dicho) y mi paso enamorado hace encender la risa de hechura estricta. El Diablo insultante, enciende la hoguera, canta y baila pujando mi precoz caída. Dormir, pagar a gotas la sed eterna, sabe a dulce flor, a fruta ámbar.
Suele ser el ritmo, las manchas que del alma brotan (pecados no cometidos, dejados para mejor ocasión) lo intangible de mis ideas impropias, mis propias plumas que no he limpiado.
Hurgo, a veces, la luz, su curso, la palabra, el discurso, la bandada de estrellas en su veloz trayecto, por mero gusto. Disfruto hacer discursos, sin egoísmo o deseo altanero de que lo escuchen, promedio en el espejo la respuesta. Pocas veces adivino lo que me dirá. ¿Tú te atreves a hacerlo, espejo que hoy esto lees?

In:

Fingiendo

Finjo regularmente (en forma) ser nubes de diamante, agua de rubí y tierra dura. Brillo de pasión deslumbrando un vacio entre manos y convirtiéndome en cráter de lagrimas que imita música divina. Finjo por el deseo, por hacer que esta vida llame mi indescifrable alma, que (con algunos) se eleva en llamarada viva.

De alas enormes como la alegría y razón, invito a ser oro en ausencia y adversidad (pruebas de amigos verdaderos), cuando hay necesidad de ello. Con sensibilidad en tu alma escucharás su concierto desde el amanecer hasta cerrada la noche, cuando la reflexión invita a buscar la calma al mismo tiempo.

Fluyo en el cuerpo con sombras felices al camino de ríos y manos, simulando rostros, navego amadamente cuando contemplan graciosamente un mundo sin rumbo. Yo que nada olvido, me voy perdiendo olvidado.

Me convierto en letras, y algunas de ellas hoy mueren, lo hacen porque se ahogan, porque quieren morir, simulan un rio que intenta vivir y navegar en el fuego, soñar este aire, este cielo (abrigo de espíritu y aliento) que por lo regular quema. Quema y vive en los labios, crea, desarrolla y renacen del fondo (del mío ya en otra forma)

Dejemos la mente encadenada, teñida de recuerdos, marchitando los besos del joven corazón, que renuncia a morir por siempre. Da a la muerte un hermoso límite, el amor. Bello extremo que encierra la eternidad.

Se vive de fantasías perfectas, de universos erróneos, de ríos que se mezclan con realidad. Tenemos la eternidad como aliada... siempre de la mano, fingiendo acompañarnos.

In:

Mi yo atemporal

Te has vuelto el bien, el pedazo de cielo que deambula en tierra. Eres el camino, la tarde que reparte paz, la sombra que refresca. Te has convertido en la forma perfecta, la imagen otra vez soñada, la música exacta para contemplar el mundo, una ventana de imágenes precisas y palabras preciosas.

Me vanaglorio, te he visto dormir innumerable noches, la dulzura de tus imágenes se trasluce en la iluminada faz que de esmeralda se envuelve y de misterio se despoja. En la delicada estancia palpitas entre la seda fina, tus manos, entonces quietas, me recuerdan los mundos que de ti han surgido, que transmites y a ti hoy existen. Tus ojos, en pausa, son la frontera que separan ese sentir y el ingenio, descansando entonces. Tu memoria es vasta, su vivir y crear que convoca hondo, que lo hace a diario, inevitablemente atrae, si, más mundos, si, más recuerdos.

Despiertas, miras mi faz demacrada, lo sé, tomas mi mano sudorosa y animas mis días al hacer un hallazgo cada mañana. Te presumo en cada sueño donde estalla la alegría. Eludo los infiernos amorosamente, habrá que precipitar a veces el cielo con la fuerza inmóvil de las palabras.

Hay razón, mi yo que fue colocado fuera, sin esfuerzo te siento, enérgica sorpresa, fresca, gustosa, un albor de ti sin descanso, se repite vuelve y no es sueño, insisto, mi emoción encuentra alas angélicas, se mantiene, nutre y vuelven contigo en cada crepúsculo.

Atraes las miradas, bendices elegantemente el camino que adornan tus pasos, eres sorpresa esperada y sonríes de complicidad al disimular que oculto te era. Como una ola de fresca dicha, no tienes reparo en hacer de la felicidad un contagio de gran fuerza. Las ondas rezagadas aún esparcen vigor durante el tiempo que dejas de batir las alas.

Me detengo acostado, asiendo el aire, sufriendo con el día, haciendo de tu imagen una nube de luz con halos de polvo. Brilla la oscuridad alrededor de estrellas, contigo, una de ellas, refulgente máxima, crepita su silencio en tus plantas, vuela e invita, nos alzamos con ella. Sonrió, siempre sonrió, dormido, despierto, cuando de tus besos, de tus abrazos me cuelgo, permaneciendo atado a ellos. Siempre están en el infinito que gobierna esta edad, esta esencia hecha de ti y de mi.

Intento ser tuyo (por más tiempo), volar a tu altura, responder las preguntas que llegarán ya tarde, cuando yo duerma y a ti toque recordarme… mi yo extemporáneo.

In:

Un “no” que hace feliz

Niega, diosa, cárcel nocturna, rechaza que vayas sin retorno, niégale, dale muerte a la duda, vida a la esperanza, la luz de tu regreso detiene cualquier lágrima. Vuelve quieto al corazón propio e incrédulo, acarícialo, rumoréale. Hazlo con un quedo un “aquí estoy”.
Tiembla al tiempo un afanoso corazón aferrado en detenerse, intenta, quiere en letras verle, abrazarle no soltarle. No hay descanso comprensible, no hay separación, no existe, el amor no se niega, aún a la distancia.
Su rostro, compañero centenario, diamante que incendia, escolta y conciencia, destella hondo, grabado en las  mismas soledades. Corazón trémulo, arrebatado, romántico necesitado, la luz, sus besos; su nombre, refulge querido, respira con tus latidos, contigo vive, es el llamado destino.
Dolor de cada despedida, labios tristes, fugitivos, sueño inmóvil, pasivo, necesitado, abandonado a las horas. Sol que llega y revive el alma, sin frontera que resista, mágica envoltura de discreta forma, con manos tibias, de suave perfume que otorgan calma.
Niega que no regreses… negar lo negado me acerca hoy a ti.

In:

Como tú

Eres tan lejana, tan distinta, que pudiera pensar que eres el cosmos o un planeta o la muerte o un suspiro. Sé que no puedo poseer tus manos, eres tan lejana, eres como lo redondo. No… eres como tú sola.

Esta tarde, en silencio evoco la maravilla de tu sonrisa, esa manera de sentarte cruzada de brazos, casi siempre ausente. Te buscan mis manos, mi frente, mis años y mis cicatrices. Mis ojos se encienden cuando el delirio me hace recurrir a los tuyos. Mis oídos se estremecen cuando las paredes recuerdan el eco de tu voz olvidada. El Sol recorre las cortinas y se introduce a través de las ventanas, vuelve la luz a mi casa, pero mis pensamientos siguen en penumbra, no puedo evitarlo. Los cristales se asoman a la calle llorando todo el día, la mañana se haya completamente impregnada de tu olor. Eres todas las selvas, todas las avenidas, todos los ojos y los colores, como los pasos, como los hospitales. Eres como las sábanas. Pero no… eres como tú sola.

In:

De mañana

Es de mañana y me llaman, la conciencia despierta o sueña, y yo con ella. El lugar, ¡no lo sé! Existe en mí, ahora. Tal vez desde este momento para alguien más.
Unas escaleras descienden con sentidos azules al centro y agua que envuelve todo. Nada a la vista, una idea después y para siempre, con almas aladas; rosas bípedas entre verde vida, fondo de fotos sublimes. Desprenden lenguaje a colores para escucharle con ojos atentos y con señas saborearle. La luz miente de soberbia, por eso le atrapo y eternizo su momento, buscando siempre que el azul se encuentre de fondo. Causa fascinación aquel que se arrastra, horrible es el, ¿la razón? La vida vive, aun si no se acompaña de estética.

Hay basura a todas horas, de arriba inmediatamente hacia abajo, unidos en dos lugares al mismo tiempo. Se detiene y espera a que llegue, ¡recuerdo porque tenía tanto sin desear sostenerme en ella! Camino lentamente, no con desbordante alegría, me uno al agobiante tumulto y olvido un poco mis raídas obsesiones pasadas. De un salto me adueño de un balcón acristalado; de muerta madera con piso deforme, pajoso techo con hilos luminosos que fenecen a ras de la mencionada base sin vida.
De frente y por vista encuentro verde sensible al centro, elevando sus arenosos brazos al cielo; base formada de estambres dorados al sol, de naturaleza clorofílica, con mudas sombras que trepan, juegan y viven con despreocupada ignorancia. Así me sucede siempre… muy de mañana.

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Se es

Hoy fui un pausado vuelo, planeando en esporádicos momentos (más de alguno asegurará mi eterna estadía en las nubes) hay encanto en el volar, observar todo alternativamente, detenerte y alzarse de nuevo en búsqueda del horizonte.

La magia de los amaneceres solo es comparable en misma medida al del anochecer, justo minutos antes de que se despida el mágico foco de luz diurna. Las nubes maravillan, mucho más cuando se lucen ataviadas con trajes de colores, seducen cuando sonríen tan claramente, es notorio que su brillo tranquiliza el alma y acompasa la respiración.

Acompañado de lluvia, desfrutamos doblemente, las nubes se alargan hasta tocar el suelo y acariciar tiernamente, afectadas están al saber que muchos rehúyen, que no las comprenden. Expresándoles que no se deben atormentar, ríen, es natural, atormentarse es su naturaleza y lo mejor que saben hacer.

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¿Quién lo conoce?

Me di cuenta que mi vida ya no me pertenecía, que de mis abnegadas manos era la eterna dicha que buscan cuantos desean rozarlo al tacto.
Hubo días que el tiempo rendía pleitesía, se replegaba en curva sobre si y al momento se detenía, así me sorprendía mirando sus eternos ojos. Las aves se posaban valientes a nuestros pies, nos invitaban a bailar lanzándonos sinfonías de trinos y dándole vida al atardecer que pronto llegaría a su fin.
Los arboles eran cómplices, ellos conocían nuestra historia, bajo sus ramas nos conocimos y allí en ellas nos enamoramos, fuimos cazados, acorralados, no pudimos escapar.
El tiempo avanzaba tan lento, podía memorizar su valiosa sonrisa, explorarla a detalle, valorarla y asirla hasta colocarla a un lado del corazón, guardarla profundamente en mi, buscando evitar su extinción, o su seguro robo.
Allí, en ese instante me convertí en el centro del mundo, el eje al que los adorados dioses de todos los enamorados lanzaron la felicidad del mundo en tropel y desbandada.
Debo considerarme afortunado, nunca fui bueno buscándole, llego y supe que no se iría jamás. Fue tan tenue el principio, tan inesperado, sin pena alguna se presento derredor mostrando su sentimental parecer.
No puedo separarme, se que cuando mi momento llegue, será el ultimo pensamiento que se despida, lo volveré a ver y me iré feliz, volveré a vivir toda mi vida, en ese instante, en ese recuerdo.
Mi corazón deshecho, inútil para albergarlo, solo supo detenerse ante tanta dicha. Deseaba ser eterno, colocarse como espectador para calcular la magnitud del evento. Le fue en fracción posible, y aunque aún le albergo, mi alma, mis ojos, mis manos, sabemos que ahora reside mayoritariamente, en aquella sonrisa que quise robar para colocarle a su lado...

In:

Ven luna mía

Hoy, enumera las nubes que pasan enredadas en esa tenue luna que eres. Conoce, la felicidad que nace al verte radiante. Llévame, como hasta ahora, con una mano encima del corazón, y aleja de mi ese tétrico sueño en donde mis labios tiemblan al no poder pronunciar tu nombre.

Quiero soñar también de día, con los ojos abiertos de vez en vez, cantando secretos que no me pertenecen, acariciando ruidos con un hermoso tono color silencio, ese que dice mil cosas con solo posarse enfrente.

Es mi turno de expirar el aire triste, resguardar los ojos tras fuentes de adoradas letras. De ser feliz, de convertirme en agua, de hacer del viento compañero y alma, retirarme a la compañía gloriosa, suspirar entre amigos hasta asir la aurora del nuevo amanecer.

Sé que veré mecer la brisa mágica de las sonrisas celestiales, ahora que vienes desde el divino origen.
Te espero, indudablemente lo haré.