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Hay llamas despiertas de sutil servilismo, en el fondo del fuego la vista parece mejor, hay presas que ofrecen su libertad a cambio de calma, el largo camino implora descanso no desea seguir engullendo pasos sobre sus lomos, el dolor que le causa es progreso encallado de un débil resoplo de débil enfermedad, tímida, ermitaña y a la vez erudita. Se hace a un lado el humo que los dioses despiden en su propia cara, los mundos desnudos se abrazan inconformes sin ningún deseo verdadero, el nihilismo ha perdido su propio significado ¿Qué pasa? Las figuras han olvidado su original estructura, las almas han reducido tamaño mientras los cuerpos se desbordan de sus singulares organizaciones, el fin de la era del pez ha llegado. El océano que albergaba se ha secado, se ha derramado debido a dos milenios de ininterrumpidas lágrimas, ¿Quién albergara a los huérfanos de desnudos ojos y de fe carentes? Mis brazos los llaman, encuentren la paz en este mi pecho maltrecho que desborda almas y piedras ardiendo, el foso abismal abarca galaxias a velocidades fulgurantes. Todos tendrán cabida.
Se aclara el ennegrecido devenir, el amor a emerger vuelve, los eslabones se desatan entre ellos ayudándose. En el fondo… me encuentro en el fuego, serafines no busco, vendedores de calma que nunca, jamás conocí… soy el vaso vacío, en búsqueda de contenido que no puede abarcar.