Nada en claro
Hoy seré claro, directo y sin metáforas. No habrá palabras de ornato. Evitaré cualquier perífrasis de información circunstancial, o algún verso de difícil pentapodia. Olvidaremos la métrica que a nadie le importa, sus orígenes que se pierden en la bruma atemporal, desde el saturnio, la de Plauto, aquel dístico elegíaco, o el hexámetro tan divino en poetas neotéricos. ¡Quizá, podría cambiar la métrica acentual por la cuantitativa..! No, no soy el indicado para eso.
Sin usar algún trágico falecio o hilvanar estrofas tetrásticas no daré rodeos, seré diáfano, de escritura sobria. No me arredraré por no utilizar serventesios, pareados o redondillas. No buscare melodías, bailes de palabras, ni el origen ya ultrajado de la otrora verdadera canción, con sus poco conocidas hermanas, soneto y madrigal.
Hoy no daré color a un verbo, vida y movimiento a un sustantivo, razón y brillo a aquel pronombre, dejaré a un lado ambigüedades y divagaciones, palabras extras, complementos o gratificaciones en el lenguaje, porque en este día… creo que tengo poco o nada que decir.